“La bici forma parte de la historia de cada uno de nosotros. Su aprendizaje remite a momentos particulares de la niñez y la adolescencia”, afirma el prestigioso sociólogo Marc Augé. Pero cien años después, la “Volta” sigue representando en la memoria popular aquel proyecto de modernidad y servicio en el país.
Los tiempos han cambiado, claro está; el deporte se ha profesionalizado y la globalización ha despersonalizado muchas iniciativas, pero la tercera carrera por etapas más antigua del mundo continúa levantando pasiones a cada pueblo y ciudad que recorre.
Muertos de frío o ahogados por el bochorno, hemos seguido la “Volta” cuando ha pasado por las carreteras de nuestro imaginario ciclista. Ir a encontrar la carrera a pie de ruta siempre que pasa es una ilusión. Animando los corredores y maravillándonos de la facilidad con que suben los puertos, sentimos todavía el mismo entusiasmo que de pequeños teníamos cuando soñábamos tener algún día una bici para subir aquellos puertos y sentirnos libres y felices.
Es la ilusión de saber que uno de los más originales estandartes que proyectan Cataluña en el mundo pasará una mañana por delante de la puerta de tu casa.
Esta exposición pretende relatar la aportación de la “Volta” a la sociedad catalana, pero también a nuestra historia personal.